Bilbao - Quienes han escuchado sus penetrantes zumbidos los reconocerían en cualquier situación. Esas dos señales acústicas, una para indicar el inicio de la alerta por nube tóxica y otra para anunciar su finalización, son audibles en la zona de riesgo establecida en los Planes de Emergencia Exterior (PEE) elaborados por cada una de las plantas cuya actividad industrial es potencialmente peligrosa. En la geografía vasca hay cuatro puntos de especial atención -Muskiz, el Puerto de Bilbao, Hernani y Lantarón- donde se distribuyen catorce sirenas de emergencia química. Se estima que aproximadamente 75.000 personas residen en el área de influencia directa de esos lugares.

Esas son las zonas que disponen de sistema de alertas, pero la cantidad de industrias con riesgo químico y obligadas a tener un PEE actualizado y revisado es mayor. Hasta 28 firmas, según los registros del Departamento de Seguridad del Gobierno vasco, estarían integradas en la categoría de Afectación Superior de la Directiva Seveso que regula la prevención de accidentes graves en los que intervienen sustancias peligrosas. 16 están en Bizkaia, en localidades como Ajangiz, Barakaldo, Zornotza, Loiu, Berango y Galdakao, otras ocho en tierras alavesas y cuatro más en Gipuzkoa.

Hace un mes, la Comisión de Protección Civil de Euskadi dio su visto bueno al proceso de actualización de los Planes de Emergencia Exterior de las compañías Guardian (Laudio), Maier (Ajangiz), Petronor (Muskiz) y Ken One (Hernani) y al de revisión de Tepsa (Zierbena) y Electroquímica de Hernani. Como insisten desde el Área de Riesgos y Emergencias del Departamento de Seguridad, el control de la actividad de las industrias químicas "es exhaustivo". De hecho, la coordinación con Osakidetza, Ertzaintza, bomberos y policías locales es total. "Esa normativa parte de la idea de que aunque la probabilidad es muy baja, hipotéticamente podría ser que un accidente pudiera afectar al exterior. Se trabaja muy a fondo la intervención que tienen que hacer las autoridades para limitar esos posibles efectos", ilustran desde Aveq-Kimika, la Asociación Vasca de Empresas Químicas. Por eso mismo todo está planificado y cada uno de los medios que fuera movilizado para atender esa emergencia sabe desde el primer momento dónde situarse y qué hacer para ser más eficaces.

Un repaso a los archivos confirma que en las dos últimas décadas no ha sido necesario activar el PEE en ninguna industria vasca aunque los sustos, mayúsculos algunos, han sido unos cuantos. Precisamente estos días se cumplen 53 años de la Explosión del Butano (como es conocida popularmente) de Santurtzi. Las viviendas que estaban más cerca de los depósitos de Campsa quedaron destrozadas. Las crónicas de la época hablan de 295 casas siniestradas, 778 heridos leves y 20.000 personas evacuadas.

Más recientemente, en 1994, las emisiones incontroladas de dióxido de azufre procedentes de la ya desaparecida Rontealde ocasionaron la muerte de una persona y heridas a otras 21. En 2002 hubo un incendio en la planta de Petronor que desató la alarma entre los vecinos, aunque finalmente no generó nube tóxica. Y en 2003, de nuevo en Ezkerraldea, se registraron varios incidentes industriales de consideración que acrecentaron los miedos ciudadanos: un vertido tóxico de sileno y tolueno de Plastificantes Lutxana en Retuerto y dos más, con material radioactivo, en Nervacero (Trapagaran) y ACB (Sestao).

De hecho, el proceso de implantación de esas sirenas de emergencia química comenzó un año después de que ocurrieran todos esos sucesos, en 2004, en Lantarón. "Y continuó en Muskiz y Abanto y Zierbena en 2005. La tercera fase de ese despliegue progresivo se realizó en Hernani en 2006. En el área del Puerto de Bilbao se instalaron en 2009", describieron desde el Departamento de Seguridad. "El objetivo de las sirenas es reforzar ese sistema de avisos y conseguir una alerta inmediata para que los habitantes afectados pongan en marcha los consejos básicos de autoprotección en caso de accidente", apostillaron.